PIRATAS EN EL
ALAMBRE.
Francisco
Márquez Razo.
Hubo un tiempo en que la
palabra: Pirata, imponía respeto y en
muchos corazones infundía temor.
Los piratas eran expertos en el
arte del engaño, cualquier truco o acto de ilusión que les permitiera seguir
aterrorizando a los demás lo empleaban con singular maestría.
Y si bien esto demuestra que
los piratas eran perversos y decididamente malvados, ya que sus delitos los
volvían famosos y eso les permitía que en su honor se contaran historias y se
cantaran canciones, pero desde luego su mayor característica es que también
eran terriblemente astutos e inteligentes.
La sociedad desesperada obligo
a sus autoridades a emitir leyes y decretos para perseguir y exterminar a los
piratas, y así la paz y tranquilidad volvió a reinar.
Bueno, eso creíamos, pues lo
decíamos líneas arriba: Los piratas son
astutos.
El asunto fue prácticamente
sencillo, con el dinero que habían obtenido de sus fechorías, se despojaron de
sus clásicas vestimentas y se disfrazaron de patriotas.
En nuestro tiempo la piratería
está en todos lados y por todas partes, tanto que hoy no solamente la toleramos,
sino que nos hemos acostumbrado a ella, tanto que incluso la adoptamos y vive
en nuestra propia casa.
Es un juego que todos jugamos;
los ciudadanos pagan por ella, las autoridades se cubren los ojos, se tapan los
oídos, cierran la boca, la niegan, dicen que no existe aun cuando se llenan los
bolsillos por fingir demencia.
Pierde el comercio formal, los
comerciantes, los creadores y también los industriales, los piratas ganan y
ahora se disfrazan de empresarios, atacan de nuevo y ahora sin piedad mediante;
películas, discos, cigarros, libros, vinos y hasta medicamentos, no hay
actividad comercial, ni producto de consumo masivo que no tengan dominado y
controlado, incluso se disfrazan de políticos, policías o clérigos.
La piratería ha secuestrado la
verdad, la moral, la ética, la conciencia de muchos seres humanos, y a cambio
nos ofrece: más y más piratería.
La piratería es una epidemia
que a todos nos ha infectado, es lo más cercano a la Divinidad, pues está en
todas partes; ante nuestros ojos, ambulante, en las redes sociales,
discretamente o descaradamente en locales establecidos, ya lo diría un físico
famoso: “La piratería no se crea ni se destruye, se transforma”.
Además no es necesario
buscarla, ella te encuentra a ti.
Pero lo lamentable no es que
cambie, sino que en ese proceso nos ha transformado también a nosotros y ahora
gustosamente la adquirimos y consumimos, con prohibido placer.
Como prueba debo decirte qué
estás líneas las escribí con una pluma pirata y desde luego en una libreta
pirata y después la capture en una Lap-top pirata, con software pirata y tal
vez eso me convierta ni más ni menos que en un escritor pirata.
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