domingo, 17 de mayo de 2015

PIRATAS EN EL ALAMBRE.
Francisco Márquez  Razo.

Hubo un tiempo en que la palabra: Pirata, imponía respeto y en muchos corazones infundía temor.
Los piratas eran expertos en el arte del engaño, cualquier truco o acto de ilusión que les permitiera seguir aterrorizando a los demás lo empleaban con singular maestría.
Y si bien esto demuestra que los piratas eran perversos y decididamente malvados, ya que sus delitos los volvían famosos y eso les permitía que en su honor se contaran historias y se cantaran canciones, pero desde luego su mayor característica es que también eran terriblemente astutos e inteligentes.
La sociedad desesperada obligo a sus autoridades a emitir leyes y decretos para perseguir y exterminar a los piratas, y así la paz y tranquilidad volvió a reinar.
Bueno, eso creíamos, pues lo decíamos líneas arriba: Los piratas son astutos.
El asunto fue prácticamente sencillo, con el dinero que habían obtenido de sus fechorías, se despojaron de sus clásicas vestimentas y se disfrazaron de patriotas.
En nuestro tiempo la piratería está en todos lados y por todas partes, tanto que hoy no solamente la toleramos, sino que nos hemos acostumbrado a ella, tanto que incluso la adoptamos y vive en nuestra propia casa.
Es un juego que todos jugamos; los ciudadanos pagan por ella, las autoridades se cubren los ojos, se tapan los oídos, cierran la boca, la niegan, dicen que no existe aun cuando se llenan los bolsillos por fingir demencia.
Pierde el comercio formal, los comerciantes, los creadores y también los industriales, los piratas ganan y ahora se disfrazan de empresarios, atacan de nuevo y ahora sin piedad mediante; películas, discos, cigarros, libros, vinos y hasta medicamentos, no hay actividad comercial, ni producto de consumo masivo que no tengan dominado y controlado, incluso se disfrazan de políticos, policías o clérigos.
La piratería ha secuestrado la verdad, la moral, la ética, la conciencia de muchos seres humanos, y a cambio nos ofrece: más y más piratería.
La piratería es una epidemia que a todos nos ha infectado, es lo más cercano a la Divinidad, pues está en todas partes; ante nuestros ojos, ambulante, en las redes sociales, discretamente o descaradamente en locales establecidos, ya lo diría un físico famoso: “La piratería no se crea ni se destruye, se transforma”.
Además no es necesario buscarla, ella te encuentra a ti.
Pero lo lamentable no es que cambie, sino que en ese proceso nos ha transformado también a nosotros y ahora gustosamente la adquirimos y consumimos, con prohibido placer.

Como prueba debo decirte qué estás líneas las escribí con una pluma pirata y desde luego en una libreta pirata y después la capture en una Lap-top pirata, con software pirata y tal vez eso me convierta ni más ni menos que en un escritor pirata.

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