Dedos
Francisco
Márquez Razo
Mis
dedos se niegan a hablarme,
pregunto
e interrogo
pero
se llenan de silencio
y
esto, resulta verdaderamente incómodo.
He
decidido ignorarlos,
sin
embargo, disfruto provocarlos
les
ordenó: ¡Prepárense a escribir!
Selecciono
un gastado bolígrafo,
abro
de par en par mi cuaderno
y
cuando piensan que iniciamos
simplemente
me levanto
y
abandono la hoja en blanco.
Entonces,
me duelen los dedos,
persistente,
intenso, intermitente,
yo
aguanto, me hago el fuerte
y
al disponerme a comer,
sólo
entonces, dejan de doler.
Les
he prohibido
todo
intento de trabajar
negados
al hacer y al crear
y
para evitar malos pensamientos
los
he cubierto con guantes blancos.
Se
diría que estamos en guerra,
claro,
que ellos encerrados
y
yo, cruelmente ignorándolos,
pero,
cuándo apago el silencio
y
enciendo la oscuridad,
los
escucho soñar y dormir,
los
libero de mi presencia
me
permito suavemente acariciarlos
suelto
cárcel y amarras
y
en esos momentos
comprendo
el lenguaje secreto;
descubro
que son tan bellos
y
luminosamente resplandecientes.