lunes, 19 de diciembre de 2016

Elementos
Francisco Márquez Razo

En la tierra:
escucho tus pasos;
te presiento,
te espero
y anhelo.

En el aire:
te percibo,
te aspiro
y exhalo.

En el agua:
te veo,
te acaricio,
me lleno.

En el fuego:
me quedo,
te aguardo,
me quemo…

Y en esta espera
me consumo.


domingo, 11 de diciembre de 2016

Arquitectura Urbana
Francisco Márquez Razo

Caminaba rumbo a la parada del autobús, temprano para ser sábado, andaba un poco adormilado, el aire resultaba violentamente frio y dudaba entre continuar, o regresar  por un suéter, en la segunda cuadra saliendo de casa, di vuelta a la derecha, entonces la vi, sin saber porque, me detuve, parecía que todo dejaba de tener sentido; el aire frío, la modorra, mi prisa, aquella imagen llenaba por completo la mirada.
Cada uno de los músculos que conforman mi cuerpo deseo con urgencia tener el ojo de un brillante pintor y dibujar aquella maravilla que la naturaleza humana me ofrecía y realizar la más perfecta pintura jamás hecha.
Si al menos tuviera el enfoque de un artista de la lente y captara en fotografía aquella magna obra, sin duda obtendría los mejores premios a nivel mundial.
Pero, ni sé dibujar, ni pintar, tampoco soy fotógrafo, ¡Qué pinche coraje!
Si de perdido tuviese el sentimiento y la voz de un cantante natural, compondría una emotiva canción y la cantaría con alma y corazón para expresar todo esto que siento y experimento en este mágico momento.
Si tocara un instrumento musical, ella sería mi constante inspiración y tocaría las más bellas melodías para ofrendárselas a ella.
Pero, ¡Carajo! Ni toco, ni canto, ¡Me lleva la chin…!
Ahorita mismo, ya de jodido, fuera poeta lírico y escribir un poema, no, mejor diez poemas, e incluso un poemario completo, así dejaría por escrito este ramillete de dulces sensaciones que siento tan solo de verla, podría también declamarlos en las plazas, o en los camiones, únicamente para agradecerle haberla visto.
Pero ni a poeta llego: ¡Que amargura y frustración me invade!
Por vez primera me siento un completo inútil.
Ella seguía ahí; perfecta, deslumbrante, no le faltaba nada, todo estaba donde debía estar.
Inspirado por el sublime momento, regrese a casa de prisa, tomé dos bolsas de plástico de esas de centro comercial, las llené a su máxima capacidad con lo que encontré, las até con firmeza, incluí un peluche que estaba desgarrado y sucio, que en algún tiempo fue un changuito y sin dejar de sonreír bobamente, desande mis pasos con reverente devoción, coloqué aquellas bolsas a su lado, acomodándolas artísticamente, el peluche adorno las bolsas, solo entonces pude continuar su camino con el espíritu pleno y rebosante de haber contribuido en aumentar la belleza de esa exquisita y maravillosa pila de basura en medio de la calle y estaba seguro era la más completa expresión de la arquitectura urbana.
No dejé de soñar con ella durante los siguientes tres meses y para mi creciente tristeza: ¡Jamás volví a verla!




martes, 6 de diciembre de 2016

¡Sé tú mismo!
Francisco Márquez Razo

¡Sé tú mismo!
Acepta tus raíces,
avívalas
revive el valor
de volver a encontrarte,
de hacer gloriosa
tú historia.

Muestra tu origen
que tú presencia
sea benéfica
para los demás,
reconstruye
tu unidad;
cuerpo, mente,
espíritu,
en un jardín
de mutuo respeto
dónde florezca
la libertad;
ser, hacer, tener.

No te rindas,
por las carencias,
las crisis
que puedan afectarte
en este momento,
ahora, puedes ser
si lo quieres:
faro de estimulo
para el mundo,
este y todos
los días,
a pesar de la oscuridad
el sol,
las estrellas,
la vida,
te iluminan,
elige: Cielo
o abismo,
pero, siempre,
siempre:

¡Sé tú mismo!

domingo, 27 de noviembre de 2016

De poesía y poetas
Francisco Márquez Razo

Dice Francisco Cervantes: “La poesía es cómo la locura, irrenunciable”.
Y, supongo que esa es mi condición, no respecto a la poesía, si no, a la locura.
Lectura y escritura de poesía como herramienta literaria, más allá de la catarsis emocional, del ahorro en el sicoanálisis, del vuelo de la expresión liberadora, me ha brindado la oportunidad de ser consciente de mi propia ignorancia.
El camino de la poesía no es un sendero lineal, siempre hay opciones para elegir; poesía clásica, o poesía contemporánea, agregaría poesía artesanal.
Considero que los poetas puros, atan, flagelan, torturan, encarcelan el poema en una camisa de fuerza bajo el santo oficio de reglas y normas, me resistí a esto y me aleje.
Con neuronas abiertas recibí a mi poesía; la que permite las imágenes de los sueños, las palabras recreativas, la metáfora como baúl abierto de fonemas enmielados de cursilería y emoción, auténticos como la naturaleza humana.
En mi poética ignorancia, el verbo no puede ni debe ser confinado en los fríos y rígidos muros de contar silabas.
En una sociedad que se desintegra en el caos y la anarquía, que avanza de prisa hacia la deshumanización, es precisamente la palabra, el lenguaje, con lo que debemos dar la batalla y recuperar esa humanidad que el sistema intenta arrebatarnos.
Debemos presentar y consumir nuevas propuestas que eliminen las fronteras de los géneros literarios y las artes en general.
Abramos al público foros mutantes dónde la prosa este impregnada de poesía y la poesía inmersa en la prosa, que la imagen del texto domine a la estructura técnica.
Estoy convencido que la poesía es una forma de conocimiento personal, a través de la intuición, no es solamente música con palabras, es una realidad espiritual que escapa del filtro de la razón y el análisis.
La poesía me ha enseñado que el poeta es el más común de los seres humanos, a preferir por sobre cualquier otro, este idioma llamado español y que alguien diría que es el lenguaje para hablar con dios.
Me ha llevado a entender que la incertidumbre del vivir, es lo que nos permite hacerle frente al porvenir.
A maravillarme y disfrutar la luz, pero aceptando también la sombra.
A intentar ser más amigo de los amigos, que de la verdad, pues está tiene diferentes facetas y es siempre relativa.
A dudar del poder político, que por historia es una quimera y muchas ocasiones resulta una bebida trágica.
A disfrutar lo subjetivo, lo esencial, antes que lo pasajero.
A tener la certeza, de que no hay presente sin pasado.
Que el milagro de la vida es el estímulo más motivante para seguir adelante.
Que llegado el momento puede ser mi último poema las palabras de Eugenio Montale: He vivido mi tiempo con el mínimo de cobardía posible para mis débiles fuerzas.
En aquellos momentos que la realidad se vuelve insoportable, la poesía ha sido siempre cálido refugio.
Me ha permitido también soñar un mundo idílico, dónde los poetas sean conductores del mundo, que se conviertan en guerreros y con la belleza del lenguaje enfrenten y venzan la violencia, que brota como mal hierba por todas partes, poetas convertidos en extraordinarios viajeros y cómo ayer, narrando a todos sus mágicas historias, los antiguos sabían que las historias tienen el poder de sanar alma y corazón.
Poetas dedicados a promover y difundir la creatividad humana como motor del desarrollo humano, la poesía se vuelve materia obligatoria para lograr el auto-conocimiento y la plenitud, básicos en la búsqueda de felicidad.
Elegí soberana y pontificiamente la poesía cómo camino, sobre todo, porque conozco poemas que han salvado vidas, sin que lo sepan, ni los poemas ni las vidas.
La poesía me ha mostrado que no es necesario buscar poetas para aprender, que la vida diariamente nos ofrece a estos maestros mayores: Quién otorga generosamente su amistad, quién nos ofrece su guía, quién te inspira a continuar, quién da un buen consejo, quién te ofrece apoyo y comprensión, quién te ayuda a crecer en el dolor.
En suma: ¡Quién te enseña a vivir! Esos son : ¡Los poetas!




lunes, 21 de noviembre de 2016

Morir antes de nacer
Francisco Márquez Razo

Ahí estabas tú, sentada en la banca de la plaza, sé qué esperabas, pues a distancia te observé un rato, yo, vagaba como siempre, creo que las soledades se atraen, me senté a tu lado, las sonrisas dijeron todo, no recuerdo de que conversamos, quizás no hablamos, pero esa tarde dejamos de ser solitarios.
Por la noche, te soñé, sentada en la banca, parecías muñequita en aparador, no sé, si tú también me soñaste.
Nos volvimos a encontrar; la misma hora, la misma banca, la misma plaza, no sabía que decirte, de hecho hablábamos poco, bastaba estar juntos, después nos tomamos de la mano, caminamos en silencio hasta tu casa, tu casa siempre sola, no tenías papá, tu mamá trabajaba todo el día, mi caso no era mejor, mi madre nos había abandonado muchos años atrás y mi padre se había refugiado en el alcohol.
Y yo, qué nunca tuve un hogar, mi casa eras tú.
Dejaste de ir al colegio, el día, la tarde, la noche, fue totalmente nuestra.
A tu lado se desmoronaba el pasado, no existía el futuro, solo el presente, tú, y yo.
Nos escondíamos de las miradas morbosas, tú casa en la orilla de la ciudad, fue refugio, cómplice donde aprendimos a jugar, ese juego que tanto nos gusta, contigo moría y volví a nacer.
Vivía solo por ti y para ti, supongo que eso es el amor, no pensar solo sentir, no necesitábamos más, nada nos hacía falta, después de todo no poseíamos nada, solo éramos tú, y yo.
Y, sin saber cómo, enfermaste, poco pude hacer; las fiebres, los vómitos, tus constantes dolores, yo, solo veía y creo que también enferme a tu lado.
Lo peor fue cuando te aliviaste, no sabíamos que hacer, a quién recurrir, estábamos solos, siempre solos.
Pensé que te morías y quería morir contigo.
Estábamos abrazados, cuando llegó la policía, derribaron la frágil puerta de nuestra casa, tú no tenía fuerza, solo llorabas, yo estaba tan débil que no logré levantarme, llorabas en silencio, el miedo me congelaba miedo, por mí y miedo por ti, por nosotros.
Luces, ruidos, personas desconocidas haciendo preguntas que no sabía responder, miradas de asombro, de perverso morbo nos cubrían, te llevaron en una ambulancia, supongo que a un hospital, quería ir contigo, pero no me lo permitieron, me subieron a una patrulla esposado y me trajeron a la cárcel.
Me escuchaban y se sorprendían, pero seguía llegando gente y seguían preguntando.
Conocí a tu madre, pedía gritando que me muriera, que me fuera al infierno, me dijeron también que mi padre no quería verme, supongo que era verdad, pues nunca se presentó, nadie me decía dónde estabas, cómo estabas, deseaba verte, me hacías falta, quería estar contigo, que fueras siempre mi casa.
En el tribunal, la jueza me pregunto por qué lo hicimos, y yo, no sabía explicar.
Tampoco entendí que los sorprendió más; escuchar que la bebe nació de noche, que tu sola te aliviaste, que no sabíamos que hacer, que se murió no sé por qué, quizás nació así, nunca vimos su ojos, que la envolví en la cobija llena de sangre, de tu sangre, que la metí en una maleta vieja, que la llevé a tirar al basurero, que no me di cuenta que mi ropa estaba llena de sangre, y no me importo que me viera la gente, que regresé para ayudarte, aunque no sabía cómo hacerlo.
No sé si fue eso, o cuando me preguntaron: ¿Cuántos años tienes? Y respondí: yo 15 y ella 13.





domingo, 13 de noviembre de 2016

Polito
Francisco Márquez Razo

Acudí un lunes al tribunal en busca de mi padrino Polito, tal vez por el nombre, que me recordaba aquellos cuadernos baratos con los que estudie, me agradaba su compañía.
Había terminado la carrera de leyes con las mejores calificaciones de su generación, pero su introversión y nobleza, era la causa de que aquellos que lo conocían, buscaran aprovecharse de su bondad.
Su premio de consolación fue lograr que lo asignaran a uno de los juzgados cómo auxiliar, su carácter no le ayudo y termino siendo el gato del jefe, de los compañeros e incluso del intendente, pues lo mismo limpiaba escritorios, salía a comprar gordas y refrescos, que a llevar oficios.
El juez, encargado del juzgado, lo tenía atendiendo asuntos personales, al llegar la hora de salida, todos se marchaban de prisa pero él se quedaba ordenando expedientes, guardando archivos, o redactando y elaborando oficios.
Vivía solo y supongo que a su manera era feliz, jamás lo había escuchado quejarse, o despotricar contra alguien.
Llegué al área de recepción y pregunte por mi padrino, a la secretaria, una mujer que me recordaba a los camarones, le quitas la cabeza y lo demás resulta apetecible.
Sin embargo estaba furiosa, pues arrojaba carpetas a un cajón y vociferaba en voz baja palabras que no alcanzaba a escuchar y sin voltear a verme simplemente exclamó: ¡Ahorita viene!
Me senté a esperar, minutos más tarde apareció Polito, con cara de tristeza, la mujer se levantó, se plantó frente a él y le ordeno: ¡Siéntese y espere, voy a arreglar esto!
Se acomodó a mi lado y quedamente inquirí: ¿Y, está quién es?
¡La amiga íntima del juez! Me respondió.
Llegas en mal momento ahijado, tenemos problemas en la oficina, se solicitó un recorte en el personal y me avisaron que sería yo.
Intente animarlo: ¡Vamos a tomar un café, padrino y platicamos!
No, hijo, ahorita no puedo, debo esperar que el juez haga mi oficio de baja y esperar que me llame para firmarlo y así quede enterado oficialmente, y sé qué nadie va a abogar por mí.
¡Bueno esperaré aquí con usted!
La mujer había entrado de prisa al privado del jefe y se escuchaba una acalorada discusión que poco a poco fue subiendo de tono hasta convertirse en gritos que todos podíamos escuchar: -Pero cómo se te ocurre querer despedir a Polito, es cierto que nadie nota su presencia, pero corre a quién quieras menos a él, no solo hace tu chamba, también hace la mía, y ni pienses que voy a trabajar y quedarme tiempo extra, así que de una vez por todas entiende: ¡Es el único que trabaja en esta oficina!
Salió la mujer y se veía satisfecha.
Mi padrino se levantó y sonriendo me decía: ¡Vamos por ese café, ahijado, yo invito!



domingo, 6 de noviembre de 2016

Gallo bueno, Gallo malo
Francisco Márquez Razo

Cuentan que en cierta ocasión, un funcionario de primer nivel en la administración estatal, a quién le apodaban: El sincronizado, porqué abría la boca y metía la pata.
Llegó a un palenque clandestino, de esos que las autoridades dicen que no existen, pero que funcionan los fines de semana en la periferia de la ciudad.
No sabemos si fue para darse valor, o, para darse a valer, se acercó con el amarrador principal de ese lugar y, en voz baja, mientras le extendía un billete nuevecito de quinientos pesos, le preguntó: ¿Dígame, mi compa, cuál es el bueno de la pelea estelar?
Antes de responder, con la habilidad de cajero en banco, verificó que el billete fuera auténtico; revisando gota de agua, tira protectora, relieves y todas esas cosas que el ciudadano común pasa por alto, satisfecho, el amarrador guardó el billete en la bolsa derecha del pantalón y volteando a todos lados para evitar que los percibieran, respondió igualmente en voz baja: ¡El bueno es el rojo!
Con esta información privilegiada, el funcionario apostó la nómina completa de la dependencia, el pago a proveedores e incluso las partidas presupuestales del sexenio completo, con la seguridad del sabor del triunfo en la boca.
Pero, en la pelea, el rojo quedó muerto sobre la arena y aserrín de aquél lugar, mientras el rival: El pinto, celebraba el triunfo.
El funcionario, con rabia y desesperación confrontó al amarrador y le reclamó: ¡Me engañaste, el rojo no era el bueno!
-No, patrón, no lo engañe, el rojo era el bueno, el malo era el otro ya ve qué friega le puso.
Al funcionario no le quedó más remedio qué pelar gallo, es decir, salió huyendo del país.
Y, ya entrados en estos temas, dicen qué el colmo de un gallo es qué se le ponga la carne de gallina, y otros opinan qué es nunca salir del cascarón.
La frase favorita de muchos funcionarios es: Silencio pollos pelones, que ahí les van a echar su maíz.
Comer gallo es sinónimo de pleito, traer de un ala, estar enamorado, echarse al pico es acabar, o liquidar, pico de cera se refiere a callarse, jarabe de pico es hablar mucho, dar picones es producir celos y algunos piensan que ser picudo, es ser muy importante.
Decir pico de gallo es pensar en una deliciosa salsa, aunque en realidad es una ensalada.
Y los expertos nos explican que somos el único pueblo que le habla de usted al gallo, diciéndole: ¡Sáquese gallo!, o: ¡Ven gallito!
Pero, lo de verdad deprimente y frustrante y sin el ánimo de amarrar navajas, es ver, descubrir, percibir, qué en nuestro país, resulta tan malo: el colorado, cómo el pinto.


sábado, 22 de octubre de 2016


La catrina en Durango
Francisco Márquez Razo

En Durango se dio lo impensable:
¡Por vez primera hay alternancia!
La catrina saca su impermeable
se pronostica lluvia implacable
y decide hacerle al turista.

Llega en espectral carroza
y por presuntuosa se atasca
en horrible zanja de Dolores del Río,
protección civil llega de milagro
y el jefe quiere cobrarle el pavimento.

Que andan escasos de billete
y que la ayuda del fondo de desastre
a Durango llega pura ma…nguera,
los del sideapa, no tienen pa´comer
y agua embotellada van a vender.

La calaca se encabrita, está enchinchada,
Al guerito, en Zambrano pide ver,
puras malas noticias le hace saber,
Rosas Aispuro, al conocer la deuda
de puro berrinche se infarta.

Con la huesuda, pesaroso se marcha,
azul y amarillo se visten de luto,
en el congreso, el rojo hace pachanga,
y un ex presidente, ahora magistrado
y otros dos, o tres, le ladran como Pluto.

Sedesoe, ni se dio por enterada,
qué ahí vive el ánima de Juanga
y solo se escucha: ¡Ya no queda nada, nada,
nada, nada, nada, no hay nada, nada, nada,
pa´los damnificados, no queda nada, nada!

Durango está medio triste,
en catedral se oyen las campanas,
la noticia inunda la calle
con más fuerza que las lluvias:
¡El güero, bailó las calmadas!

Los ciudadanos piden sexenio de silencio,
los de mayoría simple, conceden un minuto,
el IMAC, organiza ¿Romería cultural?
Y, a un teatro qué no existe, o quizás un bazar,
José Rosas Aispuro, lo quieren nombrar.

Pero, apenas llegado al otro mundo,
el güero de Tamazula, saca las uñas,
con verbo y carisma que le conocemos,
de panteón en panteón armó la revolución
y en el más allá solicitó una elección.

La noticia salió en el: ¡Órale que chiquito!
“Aispuro a la catrina, gana por votación”
Y el güero: Sin hacer cacería de brujas,
le impone a la catrina como maldición:
un flaco y ojeroso gobierno de coalición.

Con el pretexto de venir al Revueltas,
la calaca al güero, le da un levantón,
y lo devuelve por el rumbo de la Estación,
antes de marcharse, aguitada le dice:
¡Mira guerito que Durango te aguante
y, si no, que con muchos hue…sos te lo demande!







domingo, 25 de septiembre de 2016

El pajarero
Francisco Márquez Razo.

Apenas amanece y un coro de aves me anuncia la vida desde el limonero del patio, canto de libertad a través de mi ventana.
Hace tiempo, en un poblado cercano a la ciudad, vivía el mejor cazador de aves que hubiera existido jamás, el rostro quemado por el invierno de muchos años, alto, delgado, de mirada huidiza que oculta bajo un maltratado sombrero de palma, cuentan poseía la habilidad de imitar el llamado de apareamiento de cualquier ave que deseaba atrapar, los domingos se encaminaba a la ciudad de Durango, cargando doce jaulas en la espalda, un acompañamiento de dulces trinos indicaba su paso, curiosamente parecía que el dinero no le importaba pues en diversas ocasiones regalaba sus pájaros, le importaba más saberse único, el orgullo de ser el mejor, nadie conocía su nombre le llamaban: El pajarero.
Atrapar aves era su oficio, pasión y adicción, cazaba por placer, su vivienda era un verdadero zoológico de aves, vivía sin familia para dedicarse de tiempo completo a su afición, relatan que recorría medio país en largas cacerías.
Su vanidad subía hacia el cielo si acudían a buscarlo para solicitarle un ave en especial; un Azulejo, poseedor del color del cielo, tal vez un Ruiseñor que asombra su plumaje común y emite un maravilloso canto, quizás un Jilguero, que imita a otras aves y canta en pleno vuelo, incluso un Cardenal, rojo brillante, bello y bastante escaso, un clásico Cenzontle, llamado pájaro de cuatrocientas voces, un Carbonero, que no es tímido y aprende a comer sobre la palma de la mano, posiblemente un Zorzal, el genio del canto entre las aves, pues inventa sus propias melodías, el que pidiera el cliente sin duda lo conseguiría.
Presumía ante cualquiera que lo escuchara que desde niño era inigualable su habilidad para atrapar pájaros, que conocía su lenguaje, los llevaba a comer de su mano y después los encerraba.
En su patio predominaban jaulas con Urracas, pues decía que graznaban y le avisaban cuando alguien se acercaba, eran sus vigilantes, en espacios más grandes que parecían gallineros tenia Alondras, comentaba que le divertían porque pasaban tiempo en el suelo caminando, sin brincar como otras aves.
Su favorito y que conseguía para extraños fines era: El Colibrí, por la dificultad en atraparlo y de amplia demanda en cuestiones de magia.
Por divertirse atrapaba en la temporada Golondrinas, esa migrante que regresa año tras año, ocasionalmente Palomas, que degustaba asadas, o cocinadas en adobo.
Sostenía que eran miles de aves las que había atrapado con sus expertas manos, atrapadas y encerradas, solo muertas serian libres.
Pero todo este derroche de vanidad durante el día, se apagaba al caer la noche, a pesar de anestesiarse con alcohol y otras yerbas, las pesadillas no lo abandonaban, se soñaba convertido en ave, atrapado por ágiles manos en el momento que se disponía a cantar, después era encerrado en una jaula y sabia entonces que solo muerto seria libre, y es que las aves cantan para soltar sus emociones, es su manera de contarnos, resulta ni más ni menos: expresión individual.
El pajarero despertaba cansado y preguntándose porque estos terribles sueños le atormentaban, hacía años que no conocía la paz, tal vez –pensaba- a diferencia de las aves, no lograba encontrar la manera de comunicarse con los demás, pues se había aislado, era un ser solitario, frustrado y resentido con todo y contra todos, solo era un depredador, o quizás en el fondo de su alma envidiaba la libertad, el limpio vuelo de las aves y al atraparlas no resultaba más que un miserable carcelero de seres inocentes, pero también se convencía  que entre más aves lograra atrapar, entonces, tal vez fuera suya esa libertad que tanto ambicionaba y también cantaría y volaría cómo un pájaro en el cielo claro y azul.
Nadie logró explicar que sucedió, dicen que un domingo de sol radiante, solo se escuchó el silencio en la casa del pajarero.
Los testigos de esta historia afirmaron que las jaulas se encontraban abiertas, no había un pájaro enjaulado, si, en los árboles del pueblo y el pajarero nunca más apareció.
También comentaban que diariamente y a lo largo de muchos meses en la higuera del patio de la casa del pajarero se posaba una Urraca sucia y maltrecha que graznaba de una manera espantosa, hasta que una mano piadosa le arrojaba una piedra para callarla.

Hoy que la libertad canta frente a mi ventana en ese coro de pájaros sobre el limonero, no dejo de preguntarme: ¿Cuántos pajareros en mi ciudad existirán? Que al ser incapaces de expresarse, solo buscan dañar a los demás.

domingo, 18 de septiembre de 2016

La cueva de las víboras
Francisco Márquez  Razo.
        
Esperaba encontrar una oscura entrada en la falda de una montaña, incluso escalar un poco y sentirme atemorizado observando su enorme boca, oler la adrenalina recorrer mi cuerpo, buscando ser un inigualable aventurero.
El sol se encontraba en su momento de intensidad, nos había llevado cerca de tres horas llegar, y me sentía decepcionado, la cueva resulto ser un hueco sobre la falda de una loma, parecía un hoyo como cualquier otro, a simple vista no resultaba tan impresionante, me acerque intentando disimular mis emociones, creí que había resultado una pérdida de tiempo el viaje, sobre todo porque fue mi idea acudir a este lugar.
Ángel bajo su mochila de la cuatrimoto y me confrontaba: Bueno aquí estamos, cumplí cómo puedes ver, no te mentí al decirte que conocía la famosa cueva, ahí la tienes en vivo y directo, destapo una lata de cerveza y la bebió de golpe, después arrojo el envase hacia el hueco que se abría frente a nosotros, calcule un par de metros en su diámetro.
Pedro, acomodo cuidadosamente su motocicleta de campo traviesa, sobre unas rocas, también arrojo su mochila al suelo y se acercó a observar la cueva, el silencio que había mantenido desde que salimos del rancho no era usual, sin embargo no comente nada, al ver que no se movía de la posición de observador, Ángel nos explicaba: debe tener unos dos metros de fondo, pero no se recomienda entrar sobre todo en esta época, pues las víboras sobre todo las de cascabel, la utilizan para aparearse, y créanme que debe haber docenas de ellas, si quieren averiguarlo, podemos hacer fuego e intentar descender, usaremos las dos cuatrimoto cómo ancla y arrojaremos una cuerda, al llegar al fondo si caminamos unos treinta metros encontraremos un pequeño rio subterráneo y entonces la cueva se agranda y resulta una vista excelente, supongo que es la humedad del interior lo que le agrada a estos reptiles, ¿Cómo sabes todo eso? Pregunté.
Bueno hace algunos años me trajo mi abuelo no era temporada de apareamiento y bajamos sin muchos problemas, incluso comimos allá abajo, y desde entonces no había vuelto, sólo lo hice para complacer a Fernando que daba mucha lata en querer conocerla.
No pude evitarlo y observando a Pedro que evito verme a los ojos, le susurré; ¿Qué te pasa no has dicho una palabra? ¿Si no querías venir me lo hubieras dicho?
Sonrió y me aclaró, la verdad no deseaba acompañarlos, no por ti, sino por Ángel, pero ahora me alegro haberlo hecho, resulta un sitio ideal para llegar al fondo.
Ángel extrajo una soga de la canastilla de su cuatrimoto, la ató a un huizache, después rodeo las dos cuatrimoto y entonces ya seguro de que resistirían, la dejo caer a la cueva.
Me acerque a tomar mi mochila dónde traía bebida y comida la acomodé a mi espalda, al voltear se me corto el aliento, Ángel le apuntaba a Pedro con una pistola 45, a la altura del pecho, le preguntó entonces con furia; ¿Por qué Ángel, dime por qué? Eras mi mejor amigo, mi compadre, mi padrino de boda, hubiese dado mi vida por la tuya sin pensarlo.
Tenías todas las mujeres del pueblo a tu disposición y tenías que enredarte precisamente con mi esposa, aquél no respondió, sus labios temblaban, abría los ojos buscándome, pidiendo ayuda, pero yo estaba congelado, no sabía que hacer o que decir, esto era increíble, yo mismo no lo entendía.
El primer disparo travesó el pecho, la sangre me recordó una lluvia ligera, el sonido se expandió por el valle, no logré moverme, vi desaparecer el cuerpo en la cueva de las víboras, Pedro se acercó y siguió disparando hacia el interior 3 tiros más, después guardo la pistola en su cintura y me decía: ¿Ni modo Fer, te tocó ser testigo, no era mi intención, pero al menos sabrán por qué? Regresa en la cuatrimoto y trae a la autoridad, aquí los esperó.
Con el corazón acelerado subí a mi máquina y salí de prisa, llegué con los labios resecos al pueblo, me acompañaron dos policías y el comisariado, caía la tarde al regresar, a cien metros Pedro se levantó, nos observó, se acercó a la cueva y escuchamos un disparo, el cuerpo desapareció de mi vista, me quede de pie, escuchando el eco del trueno.
Hay noches cómo está de lluvia intensa, de rayos en el cielo oscuro, que me recuerdan una loma, un hueco en el piso y a mi pesar llegan malos sueños, pesadillas de víboras y amigos, de un maldito día que me pareció buena idea conocer la cueva de las víboras.


lunes, 12 de septiembre de 2016

Mi amigo.
(Para Francisco Márquez Razo.)
Brian Aarón Mijares González.

Maestro.
Mi persona en agradecimiento te menciona
¡Gracias amigo mío!
Por el apoyo que me has brindado
por ayudarme a alejar la timidez
y asegurarme que seré un hombre bueno,
eso me hace ser muy feliz.

Por un error tenemos mucho en común
semana a semana me ayudas
a redactar una nueva entonación,
donde demuestro el amor a la vida
y el odio a la tristeza.

Gracias por alejarme
del miedo que aterrorizaba mi camino
¡Gracias buen maestro!
Bondadoso y buen amigo
en buenos y malos momentos
sé que me darás un buen consejo.












sábado, 10 de septiembre de 2016

Te doy las gracias.
Óscar Gerardo Escobedo Vázquez.
Dedicado a: Francisco Márquez Razo.


¡Gracias!
Te doy las gracias.
Por ser quién eres.
Porqué con tu gran paciencia
nos has enseñado
cómo poder crecer.

Y  lograr sentirme liberado;
De todo aquello que me tortura
me ata y me aprisiona.

Por ser el gran apoyo
la columna central
en mi castillo de crecimiento
y desarrollo personal.

Por eso y por muchas cosas más.
¡Te doy las gracias!
Y yo sé qué nunca te olvidaré.

Porqué gracias a ti he encontrado:
¡La libertad!
Qué es sin duda alguna
la mejor motivación de una nueva
y mejor vida.
¡Gracias!



miércoles, 7 de septiembre de 2016

Francisco, es
Joel García Carrasco.


Yo partí de cero
y me hice fosforescente,
más respeto al derviche
porque fui tratado cariñosamente.

Francisco, la nota final,
un poeta hecho carnero;
cuernos oblicuos, arrugados
y en espiral.

Es un precioso encaje
más allá de la media tinta,
sus poemas son dólmenes,
megaterio con tinta.

Es un muguete:
con florecillas blancas y globosas,
colgantes, de color suave,
de las letras hace un juguete.

La lira hace melodía,
el lino canta que canta,
Francisco es la alegría,
es un poeta que encanta.




  ¡Todo está bien! Francisco Márquez Razo.              Vi a un hombre acribillado en la calle, me sentí triste, después escuché...