sábado, 25 de mayo de 2019


¿Qué es un poeta?
Francisco Márquez Razo  
                                            
¡Qué difícil pregunta!
Los poetas están entre nosotros pero no son de nosotros, ni son como nosotros.
Los poetas beben en la misma copa la alegría y la amargura, con una sonrisa en los labios.
Hacen música de su llanto y se ríen de la música.
Toman en serio los chistes y hacen chistes de lo serio.
No creen en nada ni en nadie y a la vez creen en todo.
¡No se les ocurra discutir con ellos jamás!
Los poetas nacen con sabiduría, cuando la cigüeña musa los trae, no dejan una torta, sino un manual de poesía y un diccionario.
No necesitan leer ¡Todo lo saben!
No necesitan viajar ¡Todo lo han visto!
Son algo así como el pueblo escogido ¡Por ellos mismos!
Los poetas se caracterizan por su simpatía, carisma e inteligencia y en grupos, por su gritería y apasionamiento.
Cuando los poetas beben, lo hacen con el fin de alcanzar niveles de conciencia superiores y así lograr comunicación con las musas, entonces el alcohol es solo un medio para lograr la iluminación poética, el día perfecto el viernes, dedicado a Venus la diosa del amor.
Cada uno de ellos lleva en sí la chispa de los genios y los genios no se llevan bien entre sí, de ahí que reunir a los poetas es fácil, pero unirlos en una sociedad poética, o una causa común es imposible.
No se les hable de lógica, pues eso implica razonamiento y mesura y los poetas son hiperbólicos y exagerados.
Por ejemplo, invitan a uno a un restaurante a comer, y no nos llevan al mejor restaurante de la ciudad, sino al mejor restaurante del mundo, así sea una silla en el corredor constitución.
El poeta no es de la calle, la calle es de él.
Cuando discuten no dicen: No estoy de acuerdo contigo; sino: ¡Estás completamente equivocado!
Tienen tendencias caníbales; les gustaría comerse los unos a los otros, tal vez le denominarían: ¡Placer poético!
Los poetas aman tanto la contradicción que llaman “belleza”, a las mujeres  a su alcance, por más tiradas a la calle que estén  y las mujeres hermosas son solamente musas, u objetos de inspiración poética, para colocarlas en un nicho, u en un altar.
Los poetas alteran el conocimiento establecido, aun conociendo que la tierra gira alrededor del sol, convencen a la mujer que el universo gira alrededor de ella y sin recurrir a profundas teorías, únicamente con versos y poemas.
Los poetas ofrecen soluciones antes de saber el problema.
Para ellos nunca hay problema, el mundo es una manifestación poética de la realidad.
Los poetas saben lo que hay que hacer para eliminar la inseguridad, encauzar a América Latina, eliminar el hambre en África, pagar la deuda externa, quién debe ser Presidente y cómo cualquier país puede llegar a ser una potencia mundial.
Su grito de batalla es sencillo y profundo. ¡Hagamos el amor, no la guerra!
No entienden por qué los demás no les entienden. Cuando sus ideas son tan sencillas.
Y no acaban de entender, por qué la gente no quiere aprender a hacer versos y leer poesía, como ellos.
Los poetas pregonan que para aprender del amor, solo ellos poseen el conocimiento y no temen en decirnos: ¡Pregúntame caón, pregúntame!
¡Ah! Los poetas. ¡No puedes vivir mucho tiempo con ellos pero es imposible vivir sin ellos!
Ámalos, respétalos, toléralos, imagina que son un mal necesario en nuestra sociedad y déjalos ser.
Por cierto, los poetas son una especie en extinción, si conoces alguno, protégelo, adóptalo y ayuda a su conservación, no importa que tengas que mantenerlo el resto de su vida, y que: ¡La poesía te acompañe!






domingo, 12 de mayo de 2019



Bajo la higuera tu sombra lee
Francisco Márquez Razo                                              

Bajo la higuera,
verdes los frutos,
las hojas se besan,
ramas ocultan
sus primeras caricias.

Abrir los ojos
no amanece más temprano,
todo tiene su tiempo,
los higos y las sombras.

Miradas se cruzan
en la calle,
frente a todos,
saben con certeza
que se verán al caer la tarde,
bajo la discreta sombra
de la higuera.

Treparon  las altas ramas
ausentes de testigos
ofrendaron la primicia,
saborear las brevas
la más dulce delicia,
cuando no estaban listos,
en el árbol,
los higos.

Tomaban un libro,
a la sombra de la higuera
se reunían a leer
esperando el momento,
curiosidad fue la fruta
que aún no maduraba.

Ella, aguardaba
la lluvia comenzó a caer,
subió las altas ramas
para darle sorpresa a él,
tal vez el viento,
tal vez el anhelo
paladear el fruto
verde,
tal vez el primer beso
o, un grito en silencio,
la arrancó del árbol
para caer al suelo.

Juran entonces,
nombrando a los santos,
que algunas tardes
están los higos verdes
y en juego de luz y sombra
toma forma una figura
que lee, bajo la higuera.

Muchos años hace,
de cuando en cuando,
aparece un hombre cansado
que lee, que conversa
con árbol y sombra:
¡Un loco, la gente dice!

Ese lugar me atrae
amor que te has ido,
áspero y dulce como el higo,
amor que odio, que bendigo,
amor de vida, de muerte,
árbol de frutos negros,
amor qué bajo la higuera
tu sombra,
aún lee
junto a mi cuerpo.





  ¡Todo está bien! Francisco Márquez Razo.              Vi a un hombre acribillado en la calle, me sentí triste, después escuché...