sábado, 28 de enero de 2017

¡Gracias por el agua!
Francisco Márquez Razo

No resultaba de mi agrado, pasar las vacaciones de fin de año en el rancho, a los catorce años intentas que tus vacaciones sean una aventura, o, al menos una etapa de grandes descubrimientos, pero también a esa edad resulta difícil evadirte.
Así que me resigne a morir de aburrimiento, pues todo mundo sabe que en los pueblos o hay nada que hacer.
Al llegar, nos encontramos con que mi abuelo estaba bastante atareado y mi madre me envió a ayudarlo, sin siquiera preguntarme si quería hacerlo.
Resulta que la noria, de la cual se abastecían de agua y qué en esa época resultaba común en los poblados, requería de una limpieza para extraer la arena que de tiempo en tiempo se iba acumulando en el interior, mi abuelo aceptó feliz que yo participará, pues mi poco peso, hacia más sencillo que me bajaran y subieran sobre una cubeta.
Vi el fondo de aquella noria y la verdad no me resultaba atractivo descender, pero no encontré la forma de evitarlo.
Para motivarme mi abuelo me comentó que aquella tarea resultaba un honor- ¡Maldito honor! Exclamé furioso.
Bastante molesto y mientras me preparaban para bajar pregunte en tono de burla: ¿Y a quién le debemos el maldito honor de esta noria?
Mi abuelo me escuchó y tranquilo respondió: ¡Después de terminar tu tarea te lo diré!
Seis horas más tarde y sin que se hubiera calmado mi mal humor, escuche la historia que me había prometido el abuelo.
Hubo un tiempo –decía-  que las gentes estaban más apegadas a su tierra, nacían y morían en el mismo pueblo, en la misma casa, los ancianos decían que era debido a una tradición tan antigua que nadie recordaba cuando había iniciado.
Está consistía en que al nacer un nuevo miembro y puesto que los nacimientos los realizaban parteras que acudían a domicilio, al cortar el cordón umbilical se debía enterrar de prisa en una de las esquinas del patio de la casa, para que siempre estuviera ligado a su tierra y a su gente, esto le impedía que aun cuando se alejará, se olvidará de su pueblo, tarde o temprano volvería a casa, a sus raíces, a su origen.
En ese tiempo acudíamos hacia el rio para acarrear agua, pues la noria, que tú amablemente nos ayudaste a limpiar,  aún no existía.
-Amablemente,- si, como no, pensé-
En el caso de nuestra familia, tu abuela y demás ancestros, junto con el cordón umbilical, enterraban una prenda que nos identificaba a cada uno.
-¿Y dónde hacían el entierro?- Pregunté.
Ahí, por donde ahora está la noria, me aclaró.
-Pero y entonces: ¿quién la hizo? -volví a interrogar-
Continuó el relato; en una ocasión y después de fuertes discusiones, por cuestiones sin trascendencia, como el hecho de negarse a ir por agua hasta el rio, alegando que era bastante cansado, uno de los miembros de la familia amenazo con marcharse y olvidarse de todo y de todos, no deseaba jamás regresar a esta tierra.
Pero entonces recordó que su cordón umbilical estaba enterrado y que eso lo haría volver.
Así que tomo pico y pala y comenzó a cavar buscando su cordón, todo un día y una noche.
El abuelo suspendió la historia.
-Tuve que preguntar ansiosamente: ¿Y qué pasó, encontró su cordón?
No, pero en cambio dio con el venero de agua y  fue él quien nos regaló la noria y a partir de entonces ya no tuvimos que ir al rio.
-¿Y quién fue ese idiota? Volví a preguntar.
¡Yo! Respondió tranquilamente mi abuelo.
-Avergonzado solo pude decir: ¡Gracias por el agua!




lunes, 23 de enero de 2017

Silencio
Francisco Márquez Razo

Que callado
se queda el silencio
cuando no me habla,
cuando me ignora,
simplemente se aleja y
me abandona,
se fuga a otro planeta,
a otra galaxia
me deja en la tierra, quieto,
me detesta,
me odia tanto como
yo lo hago.

Por eso lo atrapo
en mi sombra
lo apreso y
lo condeno
a vivir conmigo
molestándonos
sin hablarnos,
sin escucharnos,
así vivimos,
el callado,
yo en silencio.



domingo, 15 de enero de 2017

Alma
Francisco Márquez Razo

El sol brillaba,
con radiante calor,
con intenso amor.

¡Y al sol tendí mi alma!

Era tan claro el día,
que mi cama blanca,
extrañamente resplandecía,
la primavera anticipaba
el amor descendía
y se encendió la llama
en la primavera,
en mi cama blanca,
en la llama intensa.

¡Y al sol tendí mi alma!


domingo, 8 de enero de 2017

Mentiras verdaderas
Francisco Márquez Razo

El Presidente de la Comisión de Investigación sobre la corrupción, le entrega un ejemplar de la biblia a un funcionario de alto nivel acusado de enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, soborno, fraude genérico y doscientos cargos más.
Le solicita entonces que coloque su mano derecha sobre el libro y repita: “juro decir la verdad, y solamente la verdad”.
Inicia así el juicio oral, escuchando la versión del inculpado:
Vera usted, un día decidí salir del trabajo algo más temprano y me fui a jugar al golf, a invitación de un gobernador y el presidente de la república, en el preciso momento que estaba seleccionando con que palo iniciaría la partida, descubrí una peculiar rana de tonos diversos que brillaban bajo la luz del sol de la tarde, la rana me observó y entonces habló y decía: Palo de hierro, número nueve.
No me sorprendió tanto que la rana pudiese hablar, sino sus conocimientos sobre el juego, así que decidí ver si la rana tenía razón, tomé el palo qué sugirió y golpeo la bola, está aterrizo a menos de medio metro del hoyo, guuuuuuaauu, exclamé, qué buen tiro, me pregunté entonces si sería ¿Mi rana de la suerte? Pues todos comentan que las ranas traen precisamente buena suerte.
La tomé entre mis manos y la llevé conmigo hacia donde había quedado la bola, le pregunte entonces: ¿Qué te parece ranita de la suerte?
Me respondió: Palo de madera, número tres.
Hice lo que indicó y tómala, acerté, esa tarde fue el mejor juego de mi historia.
Sin dudar la adopté y camino a casa me urgió: Las Vegas, el mejor casino.
No lo pensé y enfile al aeropuerto, sin avisar a nadie, al llegar al casino la rana específico: Ruleta, yo no dudé y obedecí cuando me ordenó: diez mil dólares al 21 negro, tres veces seguidas. Sé qué era una locura aquella apuesta, pero le tenía fe a la rana, gané millones con las apuestas, cansado por las emociones del día, fui a la recepción y solicité la suite imperial para descansar, coloqué a la rana sobre las sabanas de seda y con humildad le decía: Ranita, no sé cómo pagarte todo esto que has hecho por mí, si existe algo que desees solo pídemelo.
La rana me solicitó: Dame un beso, pero que sea de amor y en la boca.
Tampoco dude ante su petición pues era tanto mi agradecimiento hacia ella que de verdad creo la amaba, así que la besé.
Entonces aquella ranita, se transformó en una hermosa y bella muchachita de dieciocho años que estaba totalmente desnuda sentada sobre mí, me tomó de la mano y me llevó hacia la bañera.
Con lágrimas en los ojos y encarando al presidente de la comisión, el acusado agregó: Juro por dios que así fue como obtuve mi fortuna, mis propiedades y todo lo que poseo y fue así también como aquella chiquilla fue a parar a mi habitación.
No solamente fue exonerado de todos los cargos en su contra, sino que el mismo presidente de la comisión, diputados, senadores y funcionarios de alto nivel han solicitado como parte de sus prestaciones: una peculiar rana de bellos colores que brille bajo la luz del sol por la tarde.

¡Aunque usted no lo crea!

  ¡Todo está bien! Francisco Márquez Razo.              Vi a un hombre acribillado en la calle, me sentí triste, después escuché...