Francisco Márquez Razo
Diré errores, diré también necedades pero diré lo
que siento.
Manuel
Abad y Queipo.
Bajo el signo de Tauro
Algunos estudiosos, entre ellos: René Sánchez
Beltrán, llaman a la política la princesa de las ciencias, esto tal vez debido
a sus cambiantes estado de ánimo, no es tampoco una ciencia rigurosa e incluso
escapa a la lógica y también las predicciones no siempre aciertan, quizás a eso
se debe que la escribamos en femenino.
Así entonces, esta voluble y caprichosa princesa,
se da el lujo de coquetear y seducir, o desdeñar a sus múltiples pretendientes,
en los ámbitos donde se discute y se analiza apasionadamente el tema, se eligen
por lo regular dos términos para designar a los participantes de este loco
amor: Grillos y Chapulines, y a nivel nacional se generaliza en nombrarles
simplemente: Sabandijas. Aun cuando el orden de las factores no altere el
resultado.
Resulta entonces difícil, para un ciudadano común y
corriente, como es mi caso, pretender hacer comentarios a la altura de
analistas y estudiosos de esta multiforme damisela, me limitaré a decir lo que
desde el nivel del piso sencillamente veo y pienso.
Primero; si la susodicha es voluble, engaña, miente
y reparte sus favores a unos y a otros, sus elegidos entonces sufren por el
resultado, diría Alberto Cortés: El
cornudo regatea la medida de sus
astas, yo añadiría que también el precio.
Si pensamos en un Toro, en automático, viene a
nuestra mente la imagen del poder y la majestuosidad, nada más intimidante, y
la famosa fiesta taurina es tan polémica, como lo es la política.
Sin embargo debo decir, que curiosamente también
entre ellos, me refiero a los astados, no a los políticos, aun cuando no sé si
pienso en unos u otros, existen niveles, pues algunos científicos dicen: qué es
el animal con más parecido al hombre; por ejemplo: Cuando el Toro es miedoso se
hinca, en lenguaje temático diríamos que prefiere ir en unidad, o que debido a
las encuestas declina en favor de otro, o sencillamente que sigue línea, cuando
el Toro es cobarde huye por el burladero, en palabras comprensibles; Me voy,
pero me quedo, o bien; estoy analizando mi propuesta, o valorando mi futuro, si
el Toro es traidor, asesina, para nuestro tema; después de sumarse a un nuevo
color, lo destruye desde dentro y siempre por la espalda, y al cambiar de color
despotrica sobre el anterior con toda la furia del despecho del amante
engañado; recordemos a Sor Juana: Hombres necios que acusáis a la princesa sin
razón.
Pero, cuando el Toro es en realidad valiente y
honesto, va siempre al frente, embiste sin importarle el dolor o el
sufrimiento, busca el indulto del público, convencido que el indulto representa
el poder, el amor de la princesa, aquí no tengo comentarios pues aún no conozco
a ninguno de esta talla. Que desee llegar al poder para servir, no para
servirse, que es la regla, olvidando, y con plena conciencia de ello, qué la
más noble de las profesiones, es, o debe ser, la del servicio público.
Si nuestro amado estado, es un lugar de enormes
contrastes, con pequeñas luces y enormes sombras, es porque así han sido
nuestros gobernantes.
Para concluir; debo aclarar que en el desarrollo de
este texto: ningún grillo, chapulín, o sabandija, resulto dañado.