Del cerro al río
Francisco Márquez Razo
En
el poblado Montes de Oca,
diariamente
bajaba
del
cerro hacia el puente,
que
dicen construyó el diablo,
un
peculiar indigente,
protegido
por costra de mugre
y
cubierto de permanente suciedad
collares
de latas y metal
anunciaban
su andar
recorría
lentamente las calles
cual
si fueran de su propiedad
y
de manos generosas
jamás
le faltó comida o bebida,
por
temor de preguntar
o,
por que él nunca hablaba
nadie
conocía su edad
se
rumoraba con curiosidad
que
nunca había enfermado,
era
parte del paisaje
como
la tierra y el polvo,
como
la abundancia y la sequía,
andaba
el poblado entero
pero,
jamás se acercaba al río,
asustaba
por su aspecto
a
los escasos visitantes
y
cuando veía circular autos
los
apuraba cual agente de tránsito
y
nadie supo que ocurrente
le
apodo El comandante.
Lo
conocí siendo un niño
y
seguía caminando como siempre
cuando
me convertí en adulto,
preguntándome
con insistencia
sobre
el secreto de su longevidad.
Una
tarde bastante calurosa
apareció
en el pueblo
una
patrulla de soldados
y
pensando hacer obra piadosa
al
comandante lo bañaron en el río,
le
cortaron el cabello
y
le afeitaron la barba
también
le entregaron ropa limpia
y
le quitaron sus preciados collares,
era
difícil reconocerlo
vestido
y aseado como persona normal,
durante
meses no se dejó de comentar
ese
día caluroso,
pues
aquél indigente murió tres días después,
según
comentaban: de pulmonía fulminante,
pero
seo si: vestido y bañado,
el
paisaje ya no es el mismo,
sigue
la tierra, el polvo,
la
sequia y en contadas ocasiones
también
llega la abundancia
pero
falta el solitario caminante,
se
rumora por diferentes personas
que
en tardes muy calurosas
en
la quietud de la modorra
se
escucha bajando del cerro
un
conocido y antiguo sonido
de
latas y metal,
que
cruza las calles
y
se pierde en el río.