martes, 9 de febrero de 2016

Ahí.
Francisco Márquez  Razo. 
       
Bajo el hielo
del volcán ardiendo,
sobre la espalda
de la luna de sangre,
en el cementerio
de los puntos cardinales,
detrás de la sombra
que produce el fuego,
en el ilusorio vuelo
del escarabajo negro,
en el suave filo
que deja el agua
en el seco río,
en la huella indeleble
que producen las hojas
del árbol caído,
sobre el amoroso aire
al caer por la tarde.

En la aguda memoria
del anciano elefante,
en la inocencia
del beso infantil,
en el desbocado calor
de la caricia juvenil,
en el perverso deseo
del hombre maduro,
en la cálida mano
del anciano senil,
en el aire que inhala
el doliente farol
que mi noche alumbra,
en el odio que exhala
el prodigioso cielo,
sobre mi desgastada almohada,
en el vivificante y necesario
misterio, que encierra el sueño,
ahí, y solamente ahí:

¡Esperaré por ti!

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