Ahí.
Francisco Márquez
Razo.
Bajo el
hielo
del
volcán ardiendo,
sobre la
espalda
de la
luna de sangre,
en el
cementerio
de los
puntos cardinales,
detrás de
la sombra
que
produce el fuego,
en el
ilusorio vuelo
del
escarabajo negro,
en el
suave filo
que deja
el agua
en el
seco río,
en la
huella indeleble
que
producen las hojas
del árbol
caído,
sobre el
amoroso aire
al caer
por la tarde.
En la
aguda memoria
del
anciano elefante,
en la
inocencia
del beso
infantil,
en el
desbocado calor
de la
caricia juvenil,
en el
perverso deseo
del
hombre maduro,
en la
cálida mano
del
anciano senil,
en el
aire que inhala
el
doliente farol
que mi
noche alumbra,
en el
odio que exhala
el
prodigioso cielo,
sobre mi
desgastada almohada,
en el
vivificante y necesario
misterio,
que encierra el sueño,
ahí, y
solamente ahí:
¡Esperaré
por ti!
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