XX I
Francisco Márquez
Razo.
Me miro
en el espejo
emerge
este viejo dolor
ese añejo
pesar
amargo
como ajenjo.
Un
terrible desencanto,
estar en
la orilla de un abismo
a mi
pesar me espanto
de lo que
soy yo mismo.
Me veo,
me comparo, me observo,
pero en
mi todo desentona,
creo que
nada me funciona.
Sé que es
mi destino fatal,
vivir con
este complejo otoñal,
de saber que soy: ¡Espantosamente normal!
XX IV
Francisco
Márquez Razo
Un
pomposo caballero,
en años
ya entrado,
presumía
con esmero
estar muy
enamorado.
De una
joven agraciada
muchos
años más joven
decía:¡
Así como la ven,
de mí,
está enamorada!
Y un
joven curioso,
sin temor
de hacer el oso,
a la dama
interrogaba.
Ella le
contestaba:
no me
importan las edades,
a mi, me
gustan las antigüedades.
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