viernes, 15 de julio de 2016

PARA: ENRIQUE TORRES CABRAL.
Con total e impune irreverencia ¡Feliz cumpleaños!
Francisco Márquez  Razo.         

Enrique, no baila,
Enrique TO CA
los sentidos,
desnuda las emociones.

Bajo el sortilegio
del trazo de su mano
retrata un poema
dibuja la poesía.

Enrique, no baila,
Enrique canta
en una tableta
en una blanca hoja.

Y su canto es augurio
su canto es conjuro
Chamán de las letras
Gurú de las cosas buenas.

No baila, Enrique.
70 años derramó su sangre
para convertirse en artista
y hoy, moderno alquimista;
a la imaginación ondea la vela
y noche, mañana y tarde
se aplica cálida trasfusión de cafeína
en la esquina, en el café de la chabela.

Enrique, no baila,
Enrique sueña y crea
conocer la ciudad, descubrir la calle
es conocer a Enrique.

Pero Enrique no es de la calle
sino qué la calle, es de Enrique
Enrique en cambio, danza
al ritmo qué le toque
no la vida, o el destino
sino un expreso, o un capuchino.

Sueña con sutiles redes
para atrapar los bellos instantes
qué plasma y disecciona
organizando rima, metro y ritmo
con mirada de artesano
y ojos de niño travieso
decir y hacer lo vuelve un juego.

Enrique habla, dice
pinta, dibuja, escribe,
pronuncia oratoria y declama
pero Enrique, no baila.

Enrique es un botón de muestra
su amor a la vida, lo demuestra
fuerza y valor qué deberíamos imitarlo
con risa y alegría, vamos a intentarlo.

Y ya lo dije:
No baila, Enrique.
Pero sabiamente sonríe
recorriendo las calles
con audacia de pregonero
cuál ratón en su agujero.

Su fe es sobrenatural;
De qué no caerán las torres
ni perderá lo Cabral.

Enrique hablará y hablará
jamás su voz se callará
cuenta el maestro del ánfora electoral
qué solamente al llegar la hora final
sólo entonces, Enrique bailará.





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