Gallo bueno, Gallo
malo
Francisco Márquez Razo
Cuentan que en
cierta ocasión, un funcionario de primer nivel en la administración estatal, a
quién le apodaban: El sincronizado,
porqué abría la boca y metía la pata.
Llegó a un palenque
clandestino, de esos que las autoridades dicen que no existen, pero que
funcionan los fines de semana en la periferia de la ciudad.
No sabemos si fue
para darse valor, o, para darse a valer, se acercó con el amarrador principal
de ese lugar y, en voz baja, mientras le extendía un billete nuevecito de
quinientos pesos, le preguntó: ¿Dígame, mi compa, cuál es el bueno de la pelea
estelar?
Antes de responder,
con la habilidad de cajero en banco, verificó que el billete fuera auténtico;
revisando gota de agua, tira protectora, relieves y todas esas cosas que el
ciudadano común pasa por alto, satisfecho, el amarrador guardó el billete en la
bolsa derecha del pantalón y volteando a todos lados para evitar que los percibieran,
respondió igualmente en voz baja: ¡El bueno es el rojo!
Con esta información
privilegiada, el funcionario apostó la nómina completa de la dependencia, el
pago a proveedores e incluso las partidas presupuestales del sexenio completo,
con la seguridad del sabor del triunfo en la boca.
Pero, en la pelea,
el rojo quedó muerto sobre la arena y aserrín de aquél lugar, mientras el
rival: El pinto, celebraba el
triunfo.
El funcionario, con
rabia y desesperación confrontó al amarrador y le reclamó: ¡Me engañaste, el
rojo no era el bueno!
-No, patrón, no lo
engañe, el rojo era el bueno, el malo era el otro ya ve qué friega le puso.
Al funcionario no le
quedó más remedio qué pelar gallo, es decir, salió huyendo del país.
Y, ya entrados en
estos temas, dicen qué el colmo de un gallo es qué se le ponga la carne de
gallina, y otros opinan qué es nunca salir del cascarón.
La frase favorita de
muchos funcionarios es: Silencio pollos pelones, que ahí les van a echar su
maíz.
Comer gallo es
sinónimo de pleito, traer de un ala, estar enamorado, echarse al pico es
acabar, o liquidar, pico de cera se refiere a callarse, jarabe de pico es
hablar mucho, dar picones es producir celos y algunos piensan que ser picudo,
es ser muy importante.
Decir pico de gallo
es pensar en una deliciosa salsa, aunque en realidad es una ensalada.
Y los expertos nos
explican que somos el único pueblo que le habla de usted al gallo, diciéndole:
¡Sáquese gallo!, o: ¡Ven gallito!
Pero, lo de verdad
deprimente y frustrante y sin el ánimo de amarrar navajas, es ver, descubrir,
percibir, qué en nuestro país, resulta tan malo: el colorado, cómo el pinto.
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