De
poesía y poetas
Francisco Márquez Razo
Dice
Francisco Cervantes: “La poesía es cómo la locura, irrenunciable”.
Y,
supongo que esa es mi condición, no respecto a la poesía, si no, a la locura.
Lectura
y escritura de poesía como herramienta literaria, más allá de la catarsis
emocional, del ahorro en el sicoanálisis, del vuelo de la expresión liberadora,
me ha brindado la oportunidad de ser consciente de mi propia ignorancia.
El
camino de la poesía no es un sendero lineal, siempre hay opciones para elegir;
poesía clásica, o poesía contemporánea, agregaría poesía artesanal.
Considero
que los poetas puros, atan, flagelan, torturan, encarcelan el poema en una
camisa de fuerza bajo el santo oficio de reglas y normas, me resistí a esto y
me aleje.
Con
neuronas abiertas recibí a mi poesía; la que permite las imágenes de los sueños,
las palabras recreativas, la metáfora como baúl abierto de fonemas enmielados
de cursilería y emoción, auténticos como la naturaleza humana.
En
mi poética ignorancia, el verbo no puede ni debe ser confinado en los fríos y
rígidos muros de contar silabas.
En
una sociedad que se desintegra en el caos y la anarquía, que avanza de prisa
hacia la deshumanización, es precisamente la palabra, el lenguaje, con lo que
debemos dar la batalla y recuperar esa humanidad que el sistema intenta
arrebatarnos.
Debemos
presentar y consumir nuevas propuestas que eliminen las fronteras de los
géneros literarios y las artes en general.
Abramos
al público foros mutantes dónde la prosa este impregnada de poesía y la poesía
inmersa en la prosa, que la imagen del texto domine a la estructura técnica.
Estoy
convencido que la poesía es una forma de conocimiento personal, a través de la
intuición, no es solamente música con palabras, es una realidad espiritual que
escapa del filtro de la razón y el análisis.
La
poesía me ha enseñado que el poeta es el más común de los seres humanos, a
preferir por sobre cualquier otro, este idioma llamado español y que alguien
diría que es el lenguaje para hablar con dios.
Me
ha llevado a entender que la incertidumbre del vivir, es lo que nos permite
hacerle frente al porvenir.
A
maravillarme y disfrutar la luz, pero aceptando también la sombra.
A
intentar ser más amigo de los amigos, que de la verdad, pues está tiene
diferentes facetas y es siempre relativa.
A
dudar del poder político, que por historia es una quimera y muchas ocasiones
resulta una bebida trágica.
A
disfrutar lo subjetivo, lo esencial, antes que lo pasajero.
A
tener la certeza, de que no hay presente sin pasado.
Que
el milagro de la vida es el estímulo más motivante para seguir adelante.
Que
llegado el momento puede ser mi último poema las palabras de Eugenio Montale: He vivido mi tiempo con el mínimo de
cobardía posible para mis débiles fuerzas.
En
aquellos momentos que la realidad se vuelve insoportable, la poesía ha sido
siempre cálido refugio.
Me
ha permitido también soñar un mundo idílico, dónde los poetas sean conductores
del mundo, que se conviertan en guerreros y con la belleza del lenguaje
enfrenten y venzan la violencia, que brota como mal hierba por todas partes,
poetas convertidos en extraordinarios viajeros y cómo ayer, narrando a todos
sus mágicas historias, los antiguos sabían que las historias tienen el poder de
sanar alma y corazón.
Poetas
dedicados a promover y difundir la creatividad humana como motor del desarrollo
humano, la poesía se vuelve materia obligatoria para lograr el
auto-conocimiento y la plenitud, básicos en la búsqueda de felicidad.
Elegí
soberana y pontificiamente la poesía cómo camino, sobre todo, porque conozco
poemas que han salvado vidas, sin que lo sepan, ni los poemas ni las vidas.
La
poesía me ha mostrado que no es necesario buscar poetas para aprender, que la
vida diariamente nos ofrece a estos maestros mayores: Quién otorga
generosamente su amistad, quién nos ofrece su guía, quién te inspira a continuar,
quién da un buen consejo, quién te ofrece apoyo y comprensión, quién te ayuda a
crecer en el dolor.
En
suma: ¡Quién te enseña a vivir! Esos son : ¡Los poetas!
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