lunes, 22 de agosto de 2016

¿Y el Diablo A´pa?
Francisco Márquez  Razo.

En nuestra entidad se encuentra el espinazo del diablo  –esto es en la sierra- paso obligado al transitar por la carretera libre al puerto de Mazatlán.
Cerca de la ciudad capital, está el puente qué construyó el diablo –en el poblado Montes de Oca y Navacoyán, que son dos, aun cuándo parezcan uno solo-
En la Catedral  -y eso está más cañón- se puede admirar el confesionario que movió el diablo, no me pregunten cómo diablos entró a ese santo lugar.
Por el rumbo del parque, frente a una de las facultades de la universidad, se encuentra la hacienda - o lo que todavía queda- dónde se armó la fiesta y llegó el músico que le tocó al diablo.
También por el boulevard Domingo Arrieta, alrededor de famoso centro de baile lúdico y recreativo, se rumora en voz baja la leyenda urbana de que se apareció el diablo en camioneta de lujo y al estilo rápido y furioso se llevó a hermosa doncella, sin que nadie pudiera impedirlo.
Algunos aseguran que en determinados días del año y a las doce en punto de la noche, en el panteón de Oriente, se le puede invocar llamándolo tres veces - obvio, no por celular, o bluetooth-
Sin mencionar las docenas de historias que hablan de cuevas, o entierros de tesoros dónde el diablo es el guardián y al momento de quererse llevar el metal, por cuestiones literarias siempre son monedas y lingotes, se escucha una voz tenebrosa decir: ¡Todo o nada! Y cómo siempre es demasiado para cargar, pues no se llevan nada más que el susto.
También se habla de que en ocasiones el diablo llega al extremo de solicitar a cambio de la riqueza encontrada, la vida de un familiar cercano, que por lo regular es el hijo y nadie acepta el trato –si aceptara suegras, no le alcanzaba-
Quién no recuerda la leyenda que nos contaban para dormir y que en realidad nos espantaba el sueño, o nos permitía tener pesadillas, del curro del puente negro, que no ero otro más que el mismísimo diablo en traje elegante –estilo porfiriano- y extrañamente desde que derribaron el puente no ha vuelto a aparecer, cómo que se endiablo del coraje.
Tenemos también aquella famosa frase que dice: “El hombre propone, Dios dispone, llega el diablo y todo lo descompone”.
Les comento esto porque precisamente a causa del diablo enfrento una crisis personal y de pareja, todo inicio con el reproche de mi esposa el fin de semana pasado, después de cenar y media botella de vino, le susurre al oído: ¡Esta noche se te va a aparecer el diablo chiquitita!
Y que el asunto quedó en eso: puras promesas.
De nada sirvió explicarle que existen tres momentos en la vida del hombre que sus palabras no deben ser tomadas al pie de la letra: 1) Cuándo está borracho. 2) Cuándo está enamorado. 3) Cuándo tiene un cargo público. En ninguno de estos casos está en sus cabales.
Para colmo: ¡Me mandó al diablo!
Es más sencillo que te manden a la Goma,  pues ya sé qué está por el rumbo de ciudad Lerdo, no hay pierde.
Preferible que te pidan tiempo, vas a una tienda de conveniencia, le pones saldo y todo arreglado.
Pero: ¡Al diablo!
No sé si irme a Mazatlán y bajarme a medio camino, agarrar rumbo al puente ese, meterme al confesionario, ir a buscar un músico, localizar tesoros enterrados, o esconderme en el panteón.
Te confundes total y cruelmente.
Esperare tres días a que entienda las horas de terapia que necesitaré para recuperarme de este dilema.
De lo contrario, tendré que dormir en el baño, o pedir perdón, a fin de cuentas es más sencillo en este mundo actual que encontrar al diablo.
Me pregunto si Jesús, al recibir la tierra por herencia, volteó hacia Dios y confuso preguntó: ¡Y el diablo A´pa!


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