lunes, 1 de abril de 2019


La piedra en el zapato                                                                           
Francisco Márquez Razo                                                                  
Diré errores, diré también necedades pero diré lo que siento.
Manuel Abad y Queipo.

Bajo el signo de Tauro
Algunos estudiosos, entre ellos: René Sánchez Beltrán, llaman a la política la princesa de las ciencias, esto tal vez debido a sus cambiantes estado de ánimo, no es tampoco una ciencia rigurosa e incluso escapa a la lógica y también las predicciones no siempre aciertan, quizás a eso se debe que la escribamos en femenino.
Así entonces, esta voluble y caprichosa princesa, se da el lujo de coquetear y seducir, o desdeñar a sus múltiples pretendientes, en los ámbitos donde se discute y se analiza apasionadamente el tema, se eligen por lo regular dos términos para designar a los participantes de este loco amor: Grillos y Chapulines, y a nivel nacional se generaliza en nombrarles simplemente: Sabandijas. Aun cuando el orden de las factores no altere el resultado.
Resulta entonces difícil, para un ciudadano común y corriente, como es mi caso, pretender hacer comentarios a la altura de analistas y estudiosos de esta multiforme damisela, me limitaré a decir lo que desde el nivel del piso sencillamente veo y pienso.
Primero; si la susodicha es voluble, engaña, miente y reparte sus favores a unos y a otros, sus elegidos entonces sufren por el resultado, diría Alberto Cortés: El cornudo regatea la medida de sus astas, yo añadiría que también el precio.
Si pensamos en un Toro, en automático, viene a nuestra mente la imagen del poder y la majestuosidad, nada más intimidante, y la famosa fiesta taurina es tan polémica, como lo es la política.
Sin embargo debo decir, que curiosamente también entre ellos, me refiero a los astados, no a los políticos, aun cuando no sé si pienso en unos u otros, existen niveles, pues algunos científicos dicen: qué es el animal con más parecido al hombre; por ejemplo: Cuando el Toro es miedoso se hinca, en lenguaje temático diríamos que prefiere ir en unidad, o que debido a las encuestas declina en favor de otro, o sencillamente que sigue línea, cuando el Toro es cobarde huye por el burladero, en palabras comprensibles; Me voy, pero me quedo, o bien; estoy analizando mi propuesta, o valorando mi futuro, si el Toro es traidor, asesina, para nuestro tema; después de sumarse a un nuevo color, lo destruye desde dentro y siempre por la espalda, y al cambiar de color despotrica sobre el anterior con toda la furia del despecho del amante engañado; recordemos a Sor Juana: Hombres necios que acusáis a la princesa sin razón.
Pero, cuando el Toro es en realidad valiente y honesto, va siempre al frente, embiste sin importarle el dolor o el sufrimiento, busca el indulto del público, convencido que el indulto representa el poder, el amor de la princesa, aquí no tengo comentarios pues aún no conozco a ninguno de esta talla. Que desee llegar al poder para servir, no para servirse, que es la regla, olvidando, y con plena conciencia de ello, qué la más noble de las profesiones, es, o debe ser, la del servicio público.
Si nuestro amado estado, es un lugar de enormes contrastes, con pequeñas luces y enormes sombras, es porque así han sido nuestros gobernantes.
Para concluir; debo aclarar que en el desarrollo de este texto: ningún grillo, chapulín, o sabandija, resulto dañado.

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