viernes, 9 de junio de 2017

El viento
Francisco Márquez Razo

El viento es un duende
emotivo y temperamental,
sublime, loco y frívolo,
femenino y voluble.

El viento no es constante,
el viento cuenta sus penas,
pero nadie lo escucha
cierran los ojos, cubren sus oídos
corren, se alejan, se esconden,
el viento no sigue a nadie
marcha siempre al frente.

El viento juega con las nubes
las impulsa, las frena, las desvanece
el fuego no lo consume,
lo alienta y lo alimenta.

El viento conoce la melancolía
es su balada favorita
en mi alma y piel la graba
dolorosa rueda dentada.

El viento es helada cascada
se oculta y esconde en la hierba
el viento es una hoja afilada
que me parte como una fruta.

El viento es la corriente eléctrica
que me recorre de punta a punta
energía silente y cálida
que acaricia y el cuerpo desnuda.

El viento es la tinta del poema
que jamás logré escribir
es mi voz, ese grito ahogado,
es mi libro nunca terminado.

El viento es el penacho
sobre mi montaña
y es mi mayor hazaña
tocarlo y sentirlo bajo mi mano.

El viento, son las cenizas a mi alrededor
los muros, las llamas, las olas,
el humo y niebla que me envuelve
armadura que me encarcela,
el dolor que se va y regresa.

El viento es un poeta surrealista
pintando y decorando el paisaje
con esqueletos de árboles,
dejando donde quiera las señales
qué todo lo bello y precioso
será siempre irreemplazable.

El viento es la máxima ironía
me arrastra y empuja hacia la vida,
para alentarme y motivarme
susurra y canta en silencio para consolarme.

El viento, me arroja al piso
me pone de pie
me impulsa,
me detiene,
el viento es lo que pierdo
es lo que encuentro,
el viento es un duende,
el viento, soy yo.

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