domingo, 16 de abril de 2017

                                                 
Estación Guadiana 
(Para: Santiago García Lerma)
Francisco Márquez  Razo.          

Encontré mis gastados anteojos
ocultos en un cajón,
lloraban desconsolados
pedían ver nuevamente
el país de nunca jamás,
la nube madre
donde nace la lluvia,
el desértico paisaje
que oculta el mar,
lloran los anteojos
sus gruesas lágrimas
humedecen el ambiente
de mi estrecha habitación
y ablandan la memoria,
me visita la infancia;
saltando sobre lirio acuático,
toreando pardos alicantes,
recolectando costales de heno
y cambiarlos por monedas,
degollando maldecidas serpientes
para magistralmente despellejarlas
y comer carne asada
cantar sonando cascabeles
y cubrir mis desgastados zapatos
con suave piel,
cabalgando kilómetros hacia la carretera
solo para ver los autos rodar,
secuestrando al Judas
para llevarlo después al baile
en plena semana santa
de Estación Guadiana,
las tunas taponas
alimentaban mi curiosidad
con su increíble frescura,
las tunas mionas
me dieron imprudencia,
las tunas coyotas
la permanente inocencia,
la leche bronca,
creciente vitalidad
de bucear en el ojo de agua
y rescatar a campanita
disfrazado de Peter Pan,
una infancia vestida
de feliz aventura,
sin duda ni temor
ante las serpientes aceitosas
deslizándose como trenes
bajo mis pies,
contando alacranes
como si fueran horas,
esquivando pedradas
trepado en los nogales
escuchando historias de miedo
todas las noches,
los infantiles ojos
fueron testigos:
los árboles se bañaban
bajo el agua de lluvia,
lloran los anteojos,
ahora solo observan;
una imaginación anciana,
una vía sin tren,
un cuerpo consumido,
qué es mi casa
la cárcel que ahora vivo
y sin motivo alguno:
¡Lloran los anteojos!





No hay comentarios.:

Publicar un comentario

  ¡Todo está bien! Francisco Márquez Razo.              Vi a un hombre acribillado en la calle, me sentí triste, después escuché...