miércoles, 22 de abril de 2015
EL BILLETE DE LOTERÍA.
Bebía los
últimos sorbos de mi delicioso café mañanero, en un negocio ubicado en el
corredor constitución, era el primer cliente por la mañana desde hacía meses,
¡el sabor de ese café me encantaba! Lo admitía sin pudor; ¡es mi adicción!
Una voz a mis espaldas rompió aquella vehemente devoción.
-¡Un cachito del premiado mi jefe!
Ni siquiera me moleste en voltear, no me agradaba que me interrumpieran,
cuando saboreaba mi bebida predilecta, además era natural en mí, pues no
despertaba del todo, hasta pasado un rato de haberla tomado, ¡así que
prácticamente en ese momento yo podía estar durmiendo aún!
Pero aquella voz se dejó escuchar de nueva cuenta:
-¡Es su día de suerte jefe, juéguesela con un cachito, el premio cae en
uno!
¡Qué estúpido, pensé sin molestarme en voltear a ver al insolente que
invadía mi privacidad! Solo musite para mí: ¡Si ya sabes en que número va a
caer el premio, cómprate toda la serie, vuélvete millonario y lárgate a vivir
al fin del mundo, a mí déjame disfrutar mi café!
Pero por tercera ocasión me sentí acosado:
-¡Este es el bueno mi jefe, créame el premio cae en uno, no deje pasar la
oportunidad, patrón, mire que hoy la suerte llega temprano para usted, yo
traigo el que termina en uno, lléveselo!
¡Me dije; vaya que es latoso este guey, y voltee entonces para encararlo
y mandarlo al diablo!
-Pero queriéndose hacer el simpático añadió: ¡Como dicen en el rancho el
que temprano se moja tiene tiempo de secarse!
Admito que no tanto el refrán sino el modo de decirlo, me causo simpatía.
Lo observe detenidamente y descubrí a un señor de avanzada edad, que
sonreía de oreja a oreja, al tener mi atención, volvió a comentar:
-¡Créame jefe, el premio cae en uno!
Me pareció sincero y veraz, tal vez la seguridad de sus palabras me
llegaron.
¿Estás seguro que cae en uno? Pregunte.
-¡Claro patrón, el premio cae en uno!
Contra mis propias convicciones y a pesar de no tener el hábito de los juegos
de azahar, mucho menos billetes de lotería, compre un cachito que terminaba en
uno.
Dos días después comprobé molesto y enfadado que el premio no había caído
en uno, sino en cinco, ¡Este viejo es un estafador! –Me dije.
Me dedique a buscar al individuo, para echarle en cara su falta de ética,
pero sin resultados, pasaron los días y el asunto comenzó a olvidarse.
Y una mañana cuando acudía por mi café, lo descubrí caminando por el
corredor constitución, como si nada, lo seguí y alcance a escuchar, cuando le
comentaba a una pareja:
-¡Compre su billete, el premio cae en uno!
¡Qué descaro de tipo pensé, sigue con su cuento!
Lo confronté y sin más le grité; ¡Eres un embustero el premio no cayó en
uno sino en cinco!
-¡No patrón, me respondió, no le mentí, de ninguna manera, mire siempre
es lo mismo; el premio cae un uno…o en otro!
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