lunes, 28 de agosto de 2017

Adagio
Francisco Márquez Razo

El cuerpo del viento
está hecho de polvo
sus lágrimas son tormentas,
inundan los pulmones
me colonizan
construyen casa
de ardiente aroma
y desagradable sabor.
Le ofrezco agua salada
para mitigar la sed,
cardos y espinas
para saciar el hambre,
corrosivos ácidos
para lavar la piel.

Toma posesión de mis fluidos
cuál invasor de tierras,
grita, clama, vocifera:
¡El bronquio es de quién lo trabaja!

Sus palabras hieren,
oxidada,
mellada espada
en la garganta
ahogando mi propia voz,
impide acudir a eventos
con estridentes espasmos
interrumpo;
óperas y conciertos,
inquieto a transeúntes
y pasajeros,
horrorosa forma
de llamar la atención,
compartiendo desde lo profundo
de mi angustiada laringe:
Gérmenes, virus y saliva.

Incesante,
estacional duelo
entre nosotros dos;
el aire poderoso
que vibra, danza y baila
y yo,
simplemente:

¡Haciéndola de tos!

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