Mentiras
verdaderas
Francisco Márquez Razo
El Presidente de la Comisión de
Investigación sobre la corrupción, le entrega un ejemplar de la biblia a un
funcionario de alto nivel acusado de enriquecimiento ilícito, tráfico de
influencias, soborno, fraude genérico y doscientos cargos más.
Le solicita entonces que coloque
su mano derecha sobre el libro y repita: “juro
decir la verdad, y solamente la verdad”.
Inicia así el juicio oral,
escuchando la versión del inculpado:
Vera usted, un día decidí salir
del trabajo algo más temprano y me fui a jugar al golf, a invitación de un
gobernador y el presidente de la república, en el preciso momento que estaba
seleccionando con que palo iniciaría la partida, descubrí una peculiar rana de
tonos diversos que brillaban bajo la luz del sol de la tarde, la rana me
observó y entonces habló y decía: Palo de hierro, número nueve.
No me sorprendió tanto que la
rana pudiese hablar, sino sus conocimientos sobre el juego, así que decidí ver
si la rana tenía razón, tomé el palo qué sugirió y golpeo la bola, está
aterrizo a menos de medio metro del hoyo, guuuuuuaauu, exclamé, qué buen tiro,
me pregunté entonces si sería ¿Mi rana de la suerte? Pues todos comentan que
las ranas traen precisamente buena suerte.
La tomé entre mis manos y la
llevé conmigo hacia donde había quedado la bola, le pregunte entonces: ¿Qué te
parece ranita de la suerte?
Me respondió: Palo de madera, número tres.
Hice lo que indicó y tómala,
acerté, esa tarde fue el mejor juego de mi historia.
Sin dudar la adopté y camino a
casa me urgió: Las Vegas, el mejor casino.
No lo pensé y enfile al
aeropuerto, sin avisar a nadie, al llegar al casino la rana específico: Ruleta,
yo no dudé y obedecí cuando me ordenó: diez
mil dólares al 21 negro, tres veces seguidas. Sé qué era una locura aquella
apuesta, pero le tenía fe a la rana, gané millones con las apuestas, cansado
por las emociones del día, fui a la recepción y solicité la suite imperial para
descansar, coloqué a la rana sobre las sabanas de seda y con humildad le decía:
Ranita, no sé cómo pagarte todo esto que has hecho por mí, si existe algo que
desees solo pídemelo.
La rana me solicitó: Dame un beso, pero que sea de amor y en la
boca.
Tampoco dude ante su petición
pues era tanto mi agradecimiento hacia ella que de verdad creo la amaba, así
que la besé.
Entonces aquella ranita, se
transformó en una hermosa y bella muchachita de dieciocho años que estaba
totalmente desnuda sentada sobre mí, me tomó de la mano y me llevó hacia la
bañera.
Con lágrimas en los ojos y
encarando al presidente de la comisión, el acusado agregó: Juro por dios que así fue como obtuve mi fortuna, mis propiedades y
todo lo que poseo y fue así también como aquella chiquilla fue a parar a mi
habitación.
No solamente fue exonerado de
todos los cargos en su contra, sino que el mismo presidente de la comisión,
diputados, senadores y funcionarios de alto nivel han solicitado como parte de
sus prestaciones: una peculiar rana de bellos colores que brille bajo la luz
del sol por la tarde.
¡Aunque usted no lo crea!
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