Adagio
Francisco Márquez Razo
El
cuerpo del viento
está
hecho de polvo
sus
lágrimas son tormentas,
inundan
los pulmones
me
colonizan
construyen
casa
de
ardiente aroma
y
desagradable sabor.
Le
ofrezco agua salada
para
mitigar la sed,
cardos
y espinas
para
saciar el hambre,
corrosivos
ácidos
para
lavar la piel.
Toma
posesión de mis fluidos
cuál
invasor de tierras,
grita,
clama, vocifera:
¡El
bronquio es de quién lo trabaja!
Sus
palabras hieren,
oxidada,
mellada
espada
en
la garganta
ahogando
mi propia voz,
impide
acudir a eventos
con
estridentes espasmos
interrumpo;
óperas
y conciertos,
inquieto
a transeúntes
y
pasajeros,
horrorosa
forma
de
llamar la atención,
compartiendo
desde lo profundo
de
mi angustiada laringe:
Gérmenes,
virus y saliva.
Incesante,
estacional
duelo
entre
nosotros dos;
el
aire poderoso
que
vibra, danza y baila
y
yo,
simplemente:
¡Haciéndola
de tos!
No hay comentarios.:
Publicar un comentario